viernes, febrero 8

Bicicleta, otra vía de escape

¿Como la bicicleta y el viento se vuelven tus mejores amigos?

Primero debes tener una gran pena, una tristeza que no puedas compartir con nadie.
Segundo debes conseguirte una bicicleta, da lo mismo si esta en malas condiciones, porque si es así, el tratar de arreglarla te hará rabiar unos minutos, y te olvidarás por un instante de dichosa pena. 
No olvides conseguir un casco, porque si bien el cansancio no te deja pensar mucho en la pena, hay algunos lapsus en que puede aparecer, te distrae del camino y como consecuencia, una caída no muy memorable; esta bien querer ser masoquista y cansarte, pero no nos hagamos daño físico innecesario.
Fija un camino además de un tiempo o distancia, el llegar a tu meta te hará sentir un grado de alivio y una felicidad corta pero necesaria para apaciguar la pena.
Si lloras en el camino, no te preocupes, pedalea más rápido, los demás no alcanzarán a notar tus ojos y el viento hará su labor escondiéndolas y arrastrándolas lejos de tu cara.
Al final del recorrido, aún seguirás con pena, pero estarás tan cansado-a que no podrás ni querrás pensar.
Se recomienda planear otra salida ya para la tarde o para otro día, cuando tengas tiempo (realmente hazte el tiempo) y proponte una meta un poco más difícil, esta vez ya ni siquiera llorarás.

Pedalea, pedalea, que nadie te puede alcanzar...



1 comentario:

Ana dijo...

No es mala idea esa de la bici, lo que ocurre es que no sé montarla, nunca aprendí, yo olvido mis penas caminado o perdiéndome por los atajos que no me llevan a ninguna parte.

Besicos.

Labels